oftalmovisionmadrid
30 de jul de 2021
En post anteriores hacíamos hincapié en los diferentes problemas que te puede causar bañarte con las lentillas, sobre todo en aguas no tratadas, como en la playa, pantanos ríos, etc. Puedes consultarlo pulsando aquí.
Esta vez, te hablaremos más concretamente de las piscinas y de abrir los ojos debajo del agua.
Sobre todo te interesará si tu hijo o hija son de los que se pasan del día debajo del agua sin parar y abren los ojos constantemente.
El cloro es un producto al que estamos altamente acostumbrados, pero muchas veces no sabemos exactamente lo que es.
Se trata de un elemento químico que se utiliza comúnmente para blanquear papel y otros materiales orgánicos, y como desinfectante de gérmenes y bacterias en el agua, entre otros usos.
Como curiosidad, te indicaremos que, en la Primera Guerra Mundial, se utilizó como gas venenoso.
No obstante, no te preocupes por estos usos pues actualmente están muy bien regulados los niveles que no son dañinos para el ser humano.
De hecho, es muy probable que, en las piscinas, veas al socorrista testando el agua con un aparato para ver que los niveles de cloro son los adecuados para el uso humano.
Y, si eres de los afortunados que tienen piscina privada, puede que lo tengas que hacer tú mismo.
El nivel de cloro en las piscinas debe oscilar entre 0,6 y 1 parte por millón.
En un primer lugar se controlan los valores de PH y, posteriormente, el cloro.
Estos niveles son adecuados para la salud humana e, incluso en los ojos que son partes especialmente sensibles, no suelen tener efectos adversos.
Si los niveles son más bajos de los indicados, es posible que el agua de la piscina se ponga turbia y que pueda haber alguna bacteria.
Si los niveles son más altos de los indicados, es posible que nuestra piel y ojos sufran más en contacto con el agua.
Lo más habitual, ante exposiciones duraderas a los efectos del cloro, es que se produzca una pequeña conjuntivitis química, que dará lugar a la irritación de los ojos, enrojecimiento y picor.
Los efectos de la conjuntivitis suelen desaparecer poco después de dejar de estar en contacto con el agua con cloro.
Otros síntomas habituales suelen ser la fotofobia (sensibilidad a la luz) y las molestias al mantener los ojos abiertos.
No obstante, si no menguan, es necesario que acudas a una consulta oftalmológica por si la afectación es mayor y necesitas algún tratamiento para rebajarla.
Para evitar estos leves efectos, te recomendamos utilizar gafas de agua en largas exposiciones o procurar no abrir los ojos debajo del agua.
Es ideal que tengas los ojos debajo de un chorro suave de agua de grifo o de la ducha.
Posteriormente debes acudir inmediatamente al oftalmólogo, pues puedes haber sufrido lesiones o quemaduras dentro del ojo que necesiten revisión.